martes, 2 de febrero de 2010

Los salvajes


Era un día como este que se me apareció un hombre de avanzada edad, vestido con ropas azules, pero lo que me llamaba la atención eran sus ojos que parecían lanzar chispas de fuego.
Su nombre era Lucifer Taylor y en sus manos llevaba un portafolio de cuero rojo.
El señor Taylor deseaba comprar mi estancia; mi primera contestación fue no; su estrategia fue preguntarme si conocía Buenos Aires y de nuevo dije que no.
Entonces, el anciano abrió su maletín y fue grande mi tentación al ver tanto dinero junto que mis ojos se agrandaron descomunalmente.
Al ver mi expresión me preguntó si aun deseaba no venderla, a la que respondí que se la vendería.
Le consulte si conocía una inmobiliaria para comprar una propiedad en Buenos Aires, a lo que Taylor manifestó:” Tengo un departamento ubicado en la Calle Viamonte entre Ayacucho y Junin, si te interesa lo debitamos de la venta de la estanciacontinuó Taylor_ y te recomendaré a unos empresarios amigos que necesitan a un asesor agrario”.
Ya en la capital, fui a ver mi nueva vivienda, la cual nos gusto mucho.
El siguiente paso fue ir a ver al empresario amigo de Taylor y acepté su propuesta de trabajo.

En la empresa

Ya hace una semana que comencé este trabajo, y hoy me fueron presentados los empleados con los que compartiría mi oficina, pero a pesar de que quisieran pintar el panorama de rosa, era imposible no escuchar los murmullos y comentarios que cubrían el edificio acerca de mí.
_ ¿Quien es el?_ decía uno, _ ¿Cómo es?; ¿Porqué tiene ese cargo?, decían otros.

Los monstruos

A pesar de que el pago era bueno, extrañaba mi vida anterior.
Traté de hacer oídos sordos, pero no pude evitar escuchar el término “animal” y “salvaje”.
Lo que ellos no saben, es que este animal tiene sentimientos, tal vez no lo tuve todo, pero al menos me doy cuenta de las cosas.
Infortunados son ellos que son los verdaderos animales, que no se conocen entre ellos y si ven la posibilidad, se devoran entre ellos.
Buenos Aires es una selva de cemento, y estas bestias viven criticando, alterados por cualquier cosa y muy aterrados se esconden detrás de sus murallas.
Pobre de ellos, no conocen la libertad

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