miércoles, 3 de marzo de 2010

Pane y el oso feroz


El gladiador estaba aterrado, nunca había sentido tanto miedo como ahora.
el oso asustaba con sus gran tamaño, sus ojos color sangre y dentadura mortífera.
Fue en ese entonces, que recordo a sus viejos maestros, que siempre lo acompañaron en su camino a convertirse en lo que era.
Tantos años luchando, soportando las ventiscas del norte, las fuertes batallas en el coliseo, y ahora el tiempo daba sus frutos.
El joven muchachó recobró el valor, se trepó al árbol de la conciencia y recobró su escudo de madera, que se encontraba muy deteriorado por las feroces garras de la bestia y se lanzó hacia su cazador, que ahora era su presa comprendiendo que mientras más imenso era el monstruo, mas fuerte caía.
Finalmente, derrota al temible oso utilizando todos sus conocimientos, ya no con una espada de ira (que sólo nublaba su mente y no le permitía expresarse con inteligencia), sino con la lanza de la experiencia, que había desarrolado durante tantos años, la excalibur de la perseverancia, y el corazón de un verdadero campeón.

Gracias profesores

Pablo Panedigrano

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